Los médicos sospechaban que la causa podía ser el coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo y Severo (SARS) o un virus de la gripe aviar. Los análisis practicados en México D. F. arrojaron resultado negativo, pero desvelaron un virus desconocido. Laboratorios de Canadá y EE.UU. no tardaron en resolver el misterio: era el primer caso mortal de la gripe de origen porcino que atemoriza al mundo. Mes y medio después ya no sólo hay casos importados de México en todos los continentes. Como ha sucedido en EE.UU., Canadá y Alemania, el virus se ha transmitido en suelo español, al menos en una ocasión, de persona a persona.
Todas las alertas saltaron con el caso de Oaxaca. Análisis posteriores revelaron que, dos semanas antes, un niño de 4 años, Edgar Hernández, ya había sido infectado por el virus AH1N1. Edgar vive en La Gloria, una pequeña localidad del valle de Perote, en el vecino estado de Veracruz. Por ahora, las pesquisas epidemiológicas le señalan como el «paciente cero» de este brote que acumula centenares de casos, confirmados y sospechosos, en todo el mundo. El pequeño Edgar fue el primer superviviente. Se ha recuperado de la infección y ha dejado marcado en la diana de los epidemiólogos a Veracruz. En ese estado se declaró el 9 de marzo una eclosión de un centenar de trastornos respiratorios con síntomas gripales. Pero según dicen los habitantes del valle de Perote, la respuesta del Gobierno federal fue prácticamente nula.
Los vecinos de La Gloria saben lo que es clamar en el desierto. En esa localidad, donde viven muchos inmigrantes que se desplazan a California, segundo foco del AH1N1, se protestaba desde hace años por una posible amenaza. Querían acabar con la supuesta contaminación de las aguas por residuos fecales de una gigantesca granja con medio millón de cerdos. Esa instalación es propiedad de Granjas Carroll, una compañía participada en un 50% por la firma Smithfield Foods, con sede en Virginia. Preocupados por las sospechas, los portavoces de esa empresa niegan ahora cualquier vínculo con la gripe porcina. Y lo hacen con un argumento contundente: no se ha encontrado ningún síntoma clínico ni presencia de este virus en los cerdos o los trabajadores. A lo largo de esta semana, la Secretaría de Estado de Salud de México ha insistido también en que el AH1N1es importado. Se alega que su origen es euroasiático y que entró en el país desde California, donde se detectaron los primeros casos en Estados Unidos. Pero los epidemiólogos quieren despejar todas sus dudas porque necesitan certezas. Y rápido. Muy pronto analizarán muestras de la cabaña porcina mexicana para dilucidar si fue el foco de esta amenaza global. Hacia el país azteca se dirige un equipo de la FAO con instrucciones precisas: examinar los protocolos de vigilancia de la gripe porcina y revisar los datos sobre anteriores virus gripales detectados en México.
«Este virus contiene genes de virus humanos, porcinos y aviares, aunque este proceso no ha ocurrido de la noche a la mañana», afirma Adolfo García-Sastre, del Hospital Mount Sinai.
Hace cuatro años, investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán ya dieron pistas sobre la presencia de virus gripales porcinos en el país. En un estudio publicado en «Emerging Infectious Diseases» documentaron que la población rural del sureste mexicano ha estado expuesta a virus de la gripe porcina probablemente desde tiempos inmemoriales. Guadalupe Ayora-Talavera y sus colaboradores analizaron la sangre de 115 habitantes de Kochol, una pequeña población ganadera. Lo que encontraron fueron anticuerpos contra varios virus de la gripe porcina. Eso sólo puede ocurrir si el sistema inmune de esas personas ha estado expuesto durante un tiempo apreciable a virus sin que necesariamente desarrollaran la enfermedad gripal. Ayora-Talavera explica que la población indígena de la zona vive rodeada de cerdos, patos, pavos y pollos. «Los animales comparten espacio, agua e incluso comida con los humanos. No es raro encontrar cerdos en el interior de las casas», asegura.
Esas prácticas ganaderas de alto riesgo son el caldo de cultivo para la aparición de brotes que derivan en pandemia, lo que ha ocurrido hasta ahora al menos dos veces cada cien años. El riesgo es mayor si hay cerdos implicados porque es una especie que puede ser infectada tanto por virus de la gripe humana como aviar. De hecho, el tracto respiratorio porcino es un auténtico laboratorio que puede actuar como fábrica de microorganismos causantes de infecciones gripales en cerdos, humanos y aves.
Un cóctel explosivo de virus:
En esencia, los virus no son otra cosa que parásitos celulares. Sobreviven en el medio ambiente gracias a la protección de una cubierta de proteínas. Sin embargo, para multiplicarse necesitan invadir y utilizar la maquinaria interna de las células. Así lo hacen los virus de la gripe cuando colonizan las vías respiratorias y producen, en cada célula, miles de partículas infectivas exactas. Es un proceso sistemático, pero no exento de errores. A veces, los virus no logran duplicar con exactitud su información genética y aparecen copias con ligeras mutaciones. Por ese motivo, la cepa de la gripe humana circulante un invierno es diferente a la del siguiente. A ese fenómeno se le denomina «deriva antigénica» y es el que obliga a diseñar y producir una vacuna antigripal específica para cada temporada invernal. En las células del cerdo, si son invadidas a la vez por virus de varias especies, puede suceder algo aún más peligroso: la recombinación de fragmentos genéticos de virus porcinos, aviares y humanos. El resultado es a veces una cepa prácticamente nueva, a la que nunca ha estado expuesta el sistema inmune humano.
Los primeras investigaciones de la estructura genética del AH1N1 han dejado perplejos a los científicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos coinciden en que es un virus de la gripe porcina nunca observado. Lo sorprendente es que es una combinación de fragmentos de hasta cuatro virus gripales que atacan a tres especies distintas, un cóctel explosivo de efectos imprevisibles.
«Los científicos desarrollaremos una vacuna, pero la pelota está en el tejado de la comunidad sanitaria. Lo importante ahora es contener el brote», dice Amelia Nieto, del CNB
«Este virus contiene genes de virus humanos, porcinos y aviares. Pero esto no ha ocurrido de la noche a la mañana. Virus con combinaciones de genes similares han estado circulando en cerdos durante la última década. Es decir, la mezcla de estos genes ocurrió ya hace tiempo en cerdos, y lo que vemos ahora son descendientes de estos virus después de su circulación en cerdos y de mezclas con otras cepas más tradicionales de cerdos», explica a D7 Adolfo García-Sastre, el científico español del Hospital Mount Sinai de Nueva York que hace pocos años descifró la secuencia genética del virus de la gripe de 1918. «De algún modo el virus ha saltado de cerdos a humanos y ha comenzado a transmitirse de persona a persona», añade. Pese a todos los indicios, no hay ninguna seguridad de que ese fatal salto de la barrera de las especies se haya producido en México.
Amelia Nieto, del Centro Nacional de Biotecnología y del Ciber de Enfermedades Respiratorias, afirma a D7 que lo más llamativo es cómo un virus de la gripe porcina, que adquirió hace ya tiempo esos fragmentos genéticos de virus gripales humanos y aviares, «se ha hecho especialmente patógeno de manera repentina y por qué tiene esa capacidad para infectar a las personas más jovenes». Nieto añade que la transmisión de virus de la gripe porcina a los humanos no es un fenómeno excepcional. De hecho se cree que ha ocurrido muchas veces de manera inadvertida porque los síntomas son similares a los de la gripe humana. Los casos documentados desde 1957 suman medio centenar, según un estudio de la Universidad de Wisconsin.
Lagunas epidemiológicas
Todavía persisten muchas incógnitas sobre el nuevo AH1N1. No hay ninguna duda de su gran capacidad de transmisión entre humanos. Es la dispar virulencia que ha mostrado en México y en el resto del mundo lo que mantiene la intriga. A ello contribuye la falta de información epidemiológica proporcionada por las autoridades mexicanas, que sólo han podido confirmar siete muertes. En muchos de los casos mortales sospechosos, los cadáveres fueron incinerados antes de que pudieran obtenerse muestras de tejidos. Hacen falta datos epidemiológicos del estado inmune de las víctimas mexicanas, de los tratamientos farmacológicos recibidos y de la posible existencia de otros agentes patógenos implicados en los fallecimientos. «Vamos a examinar el virus para saber si ha experimentado alguna mutación que le hace menos virulento fuera de México, aunque no hay ninguna evidencia en ese sentido», señala el doctor Richard Besser, director del CDC de Atlanta.
Amelia Nieto precisa que el virus es sensible a los antivirales disponibles y habría tiempo para el desarrollo de una vacuna antes de la llegada del invierno a Europa.Amelia Nieto matiza que pueden existir diversos cofactores para explicar la mayor mortalidad del virus en México. «Dado que los síntomas son los habituales en la gripe, es seguro que los primeros casos no fueron tratados con antivirales. De hecho, la mortalidad en México se está reduciendo. Es verdad que no son descartables otras hipótesis. Quizá los mexicanos estaban más expuestos porque el virus de la gripe humana circulante en ese país se parece menos al nuevo AN1H1 que, por ejemplo, el virus gripal humano de Estados Unidos». «Hay razones para estar preocupados, pero sin desatar el pánico. El brote —puntualiza García-Sastre— se puede extender más tiempo y a más localidades. Y aunque seguramente los casos disminuyan tarde o temprano debido a la llegada del verano, el virus puede reaparecer en invierno y ser el prevalente, infectando a muchas más personas que ahora. Será importante vigilar lo que ocurre en las próximas semanas. Debemos ver si en el Hemisferio Sur se vuelve prevalente este invierno. Los antivirales se pueden usar para ganar tiempo, pero se necesitaría una vacuna para frenar el virus».
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